Lleva un registro de tus progresos. Esto puede ser tan simple como marcar en un calendario los días que cumpliste con tus metas. Reflexiona cada semana sobre lo que funcionó y lo que no, y ajusta tu plan según sea necesario.

Por ejemplo. Lleva un registro de cómo te sientes cada mañana. Anota si te has despertado descansada o si tuviste problemas para dormir. Esto te permitirá ajustar la rutina si es necesario.